LEYENDA DEL CERRO LA TORITA

LEYENDA DEL CERRO LA TORITA
Leyenda recopilada por: José Isabel Jiménez Córdova

Refieren que los antiguos moradores del pueblo de Cajaruro, vivían desnudos, los cuales, para prevenirse de la picadura de mosquitos y zancudos y del frío del amanecer, dormían prendiendo fogatas en el centro de sus habitaciones.

Estos moradores, tenían mucho miedo de ser embestidos por las constantes amenazas que provocaba un “toro encantado” en la cima de una colina cercana a la que denominaban “Cerro de la Torita”, junto a la cual se levanta una especie de torreón natural con la que se acrecienta la imaginación sugestiva de los pobladores.

Dicen que en las noches de luna nueva el toro salía de su encanto y amenazaba furioso embestir a cuantos se acercaban rascando la tierra con sus patas delanteras, levantando en alto la cola y lanzando fuertes bramidos. Por esta razón, en aquel día y noche de inicio de fase lunar (luna nueva), los habitantes prefreían no salir de sus casas, ni realizar ninguna trabajo. Así evitaban cualquier desgracia que les podía sobrevenir. Pasada la luna nueva el animal furioso desaparecía y los hombres, mujeres y niños volvían a sus ocupaciones habituales.

Esta preocupación y zozobra perduró por muchos años sin encontrar formas que puedan superarlas, hasta que llegó un plaga de langostas que al volar por el espacio oscurecían la tierra y destruían por completo las cementeras del valle cajaurino, durando este fenómeno un poco más de dos meses. En estas circunstancias, todos los habitantes del valle se arrepintieron e invocaron sus plegarias al Altísimo por que decían ser un prueba de él; por su mal comportamiento y forma de vida desordenada que llevaban; por estas y muchas razones convinieron solicitar ayuda del párroco de la zona para que conjure esta “maldición” que aquejaba a la población, así como a todo espíritu maligno que tomando la forma de toro mantenía en peligro a los habitantes.
Esta decisión se hizo realidad con mucha devoción y solemnidad. Colocaron a la Santísima Cruz en la cima del cerro la Torita, a la que veneran un día de todos los años hubo penitencia y cambió la actitud de las gentes. De esta manera, desapareció la plaga de las langostas y el toro embestidor.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

PREGUNTAS DE FONÉTICA Y FONOLOGÍA

COMPRENSIÓN LECTORA: TEXTOS DISCONTINUOS

EXAMEN DE LITERATURA IV